FALTA DE SOMBRA PARA LOS PEATONES QUE QUIEREN CRUZAR EN LOS PASOS SEMAFORICOS DE TOMARES
Esta muy bien que nuestro ayuntamiento se preocupe por la calor que puedan sufrir nuestros mayores, tal como hemos visto publicitado en las redes sociales, con visita de los propios trabajadores del ayuntamiento, a domicilios particulares. Desde mi punto de vista, tampoco estaría demás que el ayuntamiento se preocupara por ofrecer más sombra en los tránsitos peatonales, donde la falta de sombra solo se puede entender, si los responsables de dar soluciones, no hacen uso de estos tránsitos.
Como he reflejado ya en muchísimas ocasiones; Es verdad que en Tomares tenemos infinidad de árboles, pero estos árboles en general, no proyectan su sombra sobre las aceras, al menos sobre las más habituales, las más utilizadas por los vecinos.
Esta falta de sombra se localizada en muchos espacios públicos, pero hoy me voy a referir a los que ocupan los peatones a la hora de cruzar una carretera a la espera de que el semáforo le dé preferencia de paso. Afortunadamente, en este pueblo son pocos los pasos peatonales regulados mediante semáforos. Pero en los pocos existentes, carecen de la más mínima sombra para proteger al peatón que espera para poder cruzar. El tiempo medio de espera en estos semáforos -en general están situados en avenidas de mucho paso de vehículos- es de setenta y cinco segundos. En unos mas y en otros menos. Una verdadera eternidad cuando no hay sombra donde cobijarse y cuando se dan las altas temperaturas que sufrimos en verano, temperatura como saben que a pleno sol, como es el caso, alcanza o se aproximan a los cincuenta grados.
Esta situación, se da en los tres o cuatro semáforos de la Avenidas de la Arboleda, en el que da acceso a la Rotonda del Agua, en la Avenida del Aljarafe, en el la Avenida de Santa Eufemia, en el de la avenida Fernández Cueto, y probablemente, habrá alguno más. En las fotos que acompañan al escrito se ven algunas de estas situaciones en las avenidas mencionadas.
Esta situación, se solventaría con una simple vela de lona bien orientada, de un coste ridículo, a la vez que se deberían de plantar árboles para que en el futuro puedan dar sombras y hacer innecesario la colocación de estas velas.
Faustino.